RECONOCIMIENTO AL ESFUERZO: GRACIAS FUNDACIÓN
Por Rodrigo Rieder
Hace algunos años regresé a mi tierra desde Apartadó y Barranquilla. En esas dos ciudades aprendí a narrar futbol en el Darién y a hacer cabina en Emisoras Unidas donde me había encontrado con Electo Gil Bustamante como director; trabajé con un juicio de enamorado de la profesión hasta que llegué a Codazzi; ahí estaba mi hermano Mauricio, Pedro Lara Castiblanco y Ley Martin como jefe.
Esa vez no me vinculé a la radio; hice otras cosas que la política me había guardado; luego fui a Valledupar a Ondas de Macondo tras la invitación de Inés Campo de Mejía y tomé carrera, fui a Puerto Rico y me hice fotógrafo en las playas de Ponce y Bayamón, luego volví a Codazzi a dirigir Radio Perijá hasta que me fui a Bogotá donde obtuve mi licencia de locutor y mi tarjeta profesional después de dos años alternando en “ La Voz de la Víctor” y la Universidad de la Sabana.
Ya en 1968 durante la celebración del primer Festival Vallenato había hecho pininos con Electo y Amílcar Arias; ahí aprendí a armar las trasmisiones por pares aislados y una consola de sonido desde la plaza Alfonso López cuando la tarima era un planchón sin respaldo ni techo; viví la emoción sana de la gente cuando ganaba el acordeonero de las simpatía, igual presencié las protestas cuando no ganó Lisandro Meza, o Alberto Pacheco salió “Rey”. Igual cuando Enrique Díaz trató de hacer una piquería interpretando la letra de una de sus canciones o cuando la turba gritaba y reclamaba en el primer concurso de “Rey de Reyes” para Alejo Durán y no para Colacho Mendoza.
Vinieron muchos festivales más y desde la Cadena “Súper” de
esos entonces trasmitíamos para Bogotá; otros años para “La Voz del Petróleo de Barrancabermeja y muchísimas más
para Macondo Radio; de ahí llegué a Radio Guatapurí donde se nos convocaba fuésemos
trabajadores de nómina o contratistas de espacio; todos teníamos la obligación de
colaborar con la emisora y se hacían unos equipos humanos y técnicos de gran
solvencia para esos momentos de la radio-
Valledupar creció, con la ciudad igual crecieron los medios
que llegaban desde otras ciudades y del exterior a trasmitir los grandes
eventos; con ellos nos vinculamos muchos profesionales de la radio con dos
frentes o más para hacer llegar los concursos a innumerables localidades
nacionales y extranjeras.
Todo lo anterior era como un complemento de lo que hacíamos en
las trasmisiones habituales en las estaciones radiales donde trabajábamos; cada
locutor o periodista local tenía un programa radial con música vallenato y los
espacios estaban llenos de cuñas que hoy están ausentes.
Así pasaba el tiempo y los años nos curtieron de experiencia
hasta cuando el otoño comenzó a pintarse en nuestras profesiones y comenzaron a
llegar nuevos valores en los medios y que aunque muchos no estaban de acuerdo
con la deformación del vallenato, poco a poco lo fueron aceptando hasta
mezclarse con esos detractores.
Ya para esos tiempo estaba en la Televisión, apareció
Telecaribe, Diomedes, Los Zoletas, Los Betos y el inmortal Jorge Oñate que siempre
estuvo ahí; ya había despuntado la Fundación del Festival de la Leyenda
Vallenata y me llegó la sombra de Consuelo Araujo; mi maestra.
En Radio Guatapurí y 11 años en la presentación de los
eventos de concursos del Festival me curtí hasta éste forzoso retiro que me
impuso la vida tras el sufrimiento cardiaco que por ahora solo me permite hacer
unas pequeñas cosas en la cotidianidad de la casa-campo donde resido y dentro
de la cocina donde a pesar de los siete infartos, me siento bien haciendo
desayunos y almuerzos para mi pareja y un cuñado que comparte vida felizmente
con nosotros.
TRAS TANTOS; EL VALIOSO RECONOCIMIENTO
Recibí en Barrancabermeja hace años una estatuilla que me hizo llegar el Festival del Magdalena –medio; otro trofeo puso en mis manos la Fundación de los carnavales de Barranquilla y otras cuatro reposan en cajones que cuando los abro es como si abriera mi vida ante el mundo.
Esa tarde me llamó Juan Rincón Vanegas, Jefe de Prensa del
Festival de la Leyenda Vallenata para comunicarme que la rectora del mayor
evento musical del país me había escogido junto a 10 compañeros periodistas y
locutores, para hacerme llegar ese reconocimiento que no esperaba.
Llegué a “Compae Chipuco” y ahí estaban, cuanta nostalgia
aceleró a la fuerza el marcapasos, ver a Rafael Infante, Javier Oñate, Juan
Cataño, Gustavo Trillos, Luis Cuello Bermúdez y muchos más con quienes nos
trasnochamos más de una vez llevan información al mundo de nuestro festival.
Ahí pasé a hablar y dije lo que pude, muchos sonrieron,
otros aplaudieron, otros estuvieron callados con excepción de Zulma, secretaria-vendedora
y amiga de “Compae Chipuco”, quien derramó unas lágrimas largas por sus
mejillas al percibir los recuerdos de los que hablé delante de las directivas y
colegas del salón.
Algún colega preocupado me dijo: -“Rodrigo, eres un hombre
enfermo que no reconoces que estás a las puertas de morir ante una fuerte
emoción, no debes trabajar pesado en tu casa, no hagas esfuerzo por cocinar o
hacer oficios que ayudarán a que te de un patatús en cualquier momento”.
Respondí: “-Es que me gusta; aprendí de una de mis abuelas a
ganarme la comida así sea para mi “mismo”, no se estar en una casa. Aún sea la
mía sin hacer nada”.-
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