Se nos fue el polifacetico más grande del vallenato

Por Rodrigo Rieder Durán · Jorge Dangon Daza se marcho sin despedida dejando hermosos y reales recuerdos Damián Zuleta se sentaba todas las tardes en la puerta de su casa y por lo regular observaba como el jovencito de ojos despiertos bajaba del potrero vecino pateando piedras por entre los callejones derivados de la calle principal de Villanueva; corrían los años 30s del pasado siglo cuando a sus 8 años Jorge Dangond Daza hacia sus fantasías montado sobre un burro donde arreaba leña y agua para surtir la vivienda donde sus padres: el General Beltrán Dangond Celedón y Enma Daza; quienes observaban con atención el desarrollo de un jovencito inquieto y muy inteligente. Cuando terminó primaria en el colegio más popular del pueblo, hizo el recorrido que hacían todos los jóvenes de la provincia y época con los medios económicos suficientes, visión futurista de sus progenitores y disposición personal; ir hasta un puerto del río Magdalena, embarcarse en un navío y llegar a algún lugar desde donde por carretera podían llegar hasta la capital de la república y con baúl de madera a cuestas enclaustrarse en una pensión de estudiantes dispuestos a soportar el frío de la Bogotá del momento y en un ambiente diferente adelantar los estudios correspondientes.

En el colegio San Bartolomé terminó un bachillerato lleno de inquietudes, con algunos viajes de fin de año a su añorada Villanueva y tras sus pasadas por Valledupar fue impregnándose de entusiasmo a medida que iba conociendo las amistades de sus padres. Mientras tanto Damián Zuleta, aquel pacifico que residía en la “ciudad de los tirapiedras” notaba como su admirado jovencito se había empelechado y ahora presentaba una figura que no calzaba güaireñas, traía zapatos mocasines de varios colores, vestía algunas veces de blanco y se le hacía un copete casi sobre la frente mostrando una cara fresca y un hablar donde las eses se confundían con las zetas. Una tarde lo llamó y le pidió que le contara algo sobre la vida en Bogotá y Jorge le narró la oportunidad que tuvo de marcar un gol, actuando como portero del equipo del colegio y pateando desde su propio arco, marcó el tanto del triunfo sobre el equipo donde estaba jugando como contrario, otro vallenato; esto le valió recientemente una efemérides de la sección “Hace cincuenta años” del periódico El Tiempo. CAMBIO DE VIDA Al regresar de bachiller hizo intentos por entrar a la universidad, pero le llegó el aguijón amoroso y se le incrustó en el corazón; conoció a Elisa Castro Palmera y se casó para toda la vida con la mujer delicada y fina que impregnó su alma de ambiciones sanas, entusiasmo y dedicación; se casó, comenzó a tener hijos, trabajar, crear y a servir al Valledupar que pasó a ocupar el primer puesto en sus pasiones de localidad; Damián Zuleta no lo volvió a ver regularmente por Villanueva; solamente otra vez lo encontró comprando almojábanas en La Paz cuando ya Damián estaba muy mayor y quien había regresado al pueblo donde nació; Jorge desde una camioneta le compraba las rosquetas horneadas a la señora Dominga y se apeó del vehículo para saludar a su viejo admirador ya cansado por el paso de los años y quien le hablo del futuro algodonero que se perfilaba entre Valledupar y Codazzi. Entre la plaza Alfonso López, el barrio Cañahuate, frente al colegio Loperena y Novalito, crió y educó a sus hijos: José Jorge, Eloy, Leonor, Eduardo, María Elisa y Fernando. Con ellos hizo una familia ejemplar, se sentó varias veces a charlar como el amigo fiel y de siempre; algunas tardes y noches frente al piano de cola, su esposa muchas veces pulsó las teclas que dejaban escapar melodías que enternecían el alma de un conglomerado de personas amigas y familiares que con mucha atención escuchaban valses, polkas, mazurcas, pasillos y algunas fugases notas criollas. PUJANTE ALGODONERO, EMPRESARIO Y POLÍTICO Jorge fue conservador de nacimiento, el partido y sus inquietudes le permitieron tener una presencia especial en la región: fundó asociaciones para manejar la empresa algodonera, construyó puentes que hoy están vivos junto con sus cauces, aplanó pistas de aterrizajes para aviones fumigadores, creo corrales para las distintas realizaciones feriales en la región, pavimentó calles en los cascos urbanos de poblaciones olvidadas, impulsó la construcción de conductos para el aprovisionamiento de agua de perímetros urbanos y rurales del Cesar, el cuerpo de bomberos de la localidad sintió su primera dirección, igual el Concejo Municipal recibió sus discursos como concejal y el municipio lo vio dirigir su destino en dos periodos. Fundó barrios en Valledupar (Novalito, Dangond, San Jorge, San Fernando, Los Ángeles y Santo Tomás), jugó gallos, fue declarado hijo adoptivo de Chimichagua y exaltado como “Ilustre de Villanueva” El hombre ya maduro se hizo periodista, fundó dos emisoras y un noticiero local de televisión Jorge Dangond Daza escribió dos libros: “De París a Villanueva” y “Renacimiento de Valledupar”, Representante a la Cámara y Senador de la Republica, Gobernador del Cesar y líder de su partido, desde donde impulsó la creación del departamento donde fue su principal algodonero llegando a sembrar dos mil hectáreas y de ser propietario de su propia desmotadora. El ganado vacuno también lo apasionó; hizo su propio y selecto hato desde donde exportó carne a Venezuela. Pero el gran logro de Jorge Dangond lo alcanzó en el corazón de los habitantes entre el río Cachira en el sur del Cesar y el Ariguaní en El Copey; allí aprendieron a sentir la presencia de este pujante hombre quien recibió erguido y serio la “Orden al Merito”, condecoración otorgada por el gobierno nacional en cabeza del presidente Julio Cesar Turbay Ayala (q.e.p.d) en 1982. SE FUE nota del autor Esta salida de la vida, nos deja el recuerdo de un Jorge bonachón, un día fui a verlo cuando estaba enfermo recluido en la Clínica Valledupar, le noté la respiración profunda, no me conoció; ahí estaba una de sus hijas, Maria Elisa; tan dulce y parecida a él que entré a meditar en un rincón del edificio, lloré sin fuerte causa personal, solo cuando sentí el tibio recorrido de una lagrima entendí por otra vez, como se recibe de lo que se siembra; ahí estábamos desfilando muchos tratando de saludar al gran líder, algodonero, empresario, periodista, político y soñador cuando trataba de anunciar una partida sin regreso al mundo natural de los hombres, allá lo alcanzaremos: ADIOS DON JORGE.

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